UNIVERSIDAD
DE BANGUI
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REPÚBLICA
CENTROAFRICANA
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FACULTAD
DE LETRAS Y
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Unidad - Dignidad - Labor
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CIENCIAS
HUMANAS
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DEPARTAMENTO
DE
ESPAÑOL
N° 04
La visión del pigmeo en las obras narrativas de
ISABEL Allende, ETIENNE GOYEMIDE y varios
Dr.
PANGUERE Jean – Michel
Boletín
informativo del departamento de español
La visión del pigmeo en las obras narrativas de
ISABEL Allende, ETIENNE GOYEMIDE y varios
Dr. PANGUERE JEAN – Michel
Universidad de BANGUI - RCA
Cuando descubrí en los rayos de una librería, la novela
de Isabel Allende, fui intrigado por el título evocador que trataba de los
pigmeos y de su medio natural, la selva. La curiosidad me llevó a comprarla, leerla para descubrir cómo la
escritora iba a transcribir y reflejar la vida de ésos. En África generalmente,
los pigmeos forman parte de esos grupos sociales que la gente califica de
minoría. Son pocos dispuestos a abrirse a la socialización o al modernismo.
Prefieren casi vivir al estado de naturaleza, de recolección, pesca y caza
lejos del ruido de la civilización y de sus influencias.
En
seguida, me importaba constatar de qué manera Isabel Allende se apropia la
representación del concepto de los espíritus en el mundo de los Pigmeos de
África central. Es con un aplomo formidable que la escritora latinoamericana va
a atacarse a un aspecto poco conocido del mito de los espíritus, de esos seres
que suelen vivir en la selva virgen. Perteneciendo a esta generación que surgió
después de los iniciadores del boom latinoamericano es decir la de Carlos
Fuentes[1], Juan Rulfo[2], Gabriel García Márquez[3], Vargas llosa[4], Cortázar[5], Sábato[6] etc., generación que introdujo
una revolución en la literatura latinoamericana, destruyendo el tiempo linear y
creando el concepto del realismo mágico.
Como Arturo Azuela[7] o
los demás escritores de su época, Isabel Allende utilizará en abundancia este
recurso estilístico que dará a su novela un aspecto atractivo y feérico como en
los cuentos de hadas o los libros de Faulkner[8].
En
la última parte trataremos de poner de realce la riqueza de los mitos y de las
creencias de los pigmeos y de los bantús que se desprenden en filigrana detrás
de la narración. La escritora chilena nos instruye sobre la problemática de la
religión en la sociedad pigmea.
1 - Los pigmeos y las discriminaciones
Es
verdad que en la vida cotidiana en África central, los pigmeos sufren de una
multitud de discriminaciones por parte de sus vecinos “Bantú” que les
consideran como seres primitivos, ya que la mayor parte de ellos son
analfabetos. Les emplean como jornaleros en las plantaciones, cazadores,
domésticos, etc. En Centroáfrica ciertas personas les consideran como su
propiedad. De solito no perciben una retribución justa en comparación con las duras
actividades que han efectuado. Hasta la administración se encuentra muy lejos
de sus lugares de residencias y se encuentra en la incapacidad de hallar una
solución para otorgarlos sus certificados de nacimiento[9].
La consecuencia de todo esto es que el pigmeo no puede poseer un documento
nacional de identidad para considerarse como un ciudadano normal de cualquier
país. He aquí lo que nos dice un investigador sobre la discriminación de ese
grupo social:
Les
Pygmées subissent une marginalisation extrême et se trouvent placés en
situation de dépendance vis-à-vis de leurs voisins. Outre les populations
locales qui sont à l’origine de ces pratiques discriminatoires, certains
fonctionnaires de l’administration locale qui emploient les Pygmées, ne les
admettent pas dans leur maison car selon les préjugés, les pygmées seraient des
voleurs et des sorciers. Ils sont appelés à égayer les cérémonies mais doivent
rester éloignés des invités. Ils n’auront pour toute récompense de ce
divertissement que le reste de nourriture. Mais ils ne peuvent partager ni les
verres, ni les assiettes avec les autres populations. Cette exclusion sociale
s’accompagne d’une discrimination spatiale qui les oblige à s’installer à la
périphérie des centres d’habitation de leurs voisins. C’est du moins ce qu’on
peut observer dans les zones rurales. Ces pratiques sont moins répandues dans
les centres urbains avec l’effet d’atténuation des discours, des lois et des
actions de quelques associations[10].
Además, en la ficción narrativa de Isabel Allende descubrimos
la vida de una tribu pigmea tomada en cautividad en Ngoumbé por el Rey Kosongo
y el comandante Mbembelé que utilizan los hombres, por una parte en un sórdido
tráfico de marfil de elefante, nutrir cocodrilos y agotan las mujeres en
diversas actividades domésticas y agrícolas por otra parte. Los bantúes ejercen
una crueldad inimaginable sobre esos pequeños seres a fin de espantarlos y
llegar a sus metas, es decir enriquecerse, torturándolos y matándolos. Es lo
que va a provocar una súbita toma de conciencia en los pigmeos gracias a la
llegada de los forasteros latinoamericanos en la aldea. La narración va a
acelerarse entonces, para desembocar en una revuelta que culminará en la liberación
de los pigmeos de la esclavitud y la caída del Rey Kosongo y el comandante
Mbembelé.
“En el pozo echan a quienes se rebelan contra la autoridad de Kosongo y
Mbembelé –Le explicó Kate– Lo supe por las mujeres pigmeas. Sus maridos tienen
que cazar para alimentar a los cocodrilos. Ellas saben cuanto ocurre en la
aldea. Son esclavas de los bantúes, hacen el trabajo más pesado, entran en las
chozas, escuchan las conversaciones, observan. Andan libres de día, solo las
encierran de noche. Nadie les hace caso, porque creen que no tienen
inteligencia humana.[11]
En
Centroáfrica, país del difunto escritor Etienne Goyémidé, donde viven los
pigmeos Aka[12] y
Babinga[13],
la marginación de esas tribus se nota ostensiblemente en la sociedad, por el
hecho de que no cohabitan con los bantús que les desprecian y les consideran
como seres primitivos. Dicen de ellos que faltan de educación y sobre todo de
higiene. Les consideran como esclavos, empleándolos en los campos para labrar y
cultivar yuca, bananas, café, abogado y todos los productos alimenticios de
consumo, necesarios a los habitantes de la capital. En esta vida desgraciada
los que han estudiado pueden acertar ser institutores o profesores y gozar de
una vida agradable y los otros ocupan u empleo de domésticos en las casas de
los funcionarios. El protagonista de la novela Le silence de la forêt nos confía sus sentimientos íntimos sobre
ese grupo social con esas palabras:
L’instant d’après,
entre un jeune homme au torse bien fait, vêtu d’une petite bande de tissu noir passée entre les jambes
et retenue par une corde nouée autour des reins. Il tient en main une gourde
luisante et deux calebasses qu’il vient déposer fort respectueusement aux pieds
du Chef.
C’est Manga, mon
esclave Babinga, me dit le Chef. Il fait tout pour moi : il laboure mes
champs, récolte le vin de palme, pêche, chasse, puise l’eau, travaille à la
cuisine, et pour tout salaire je lui donne des cigarettes et de temps en temps
une petite bande de tissu comme celle qu’il porte. Nous lui avons donné le nom
de Manga (Tabac). Nous voulons le « civilisé », mais c’est très
difficile : ces Babingas ne sont pas des hommes, ce sont des animaux. Mais
en vivant avec nous, on réussit quand même à lui apprendre certaines choses.
Par exemple, il parle assez bien le sangho maintenant.[14]
Más allá de los propósitos de Gonaba el protagonista de
la novela, podemos darnos cuenta de la situación social escandalosas en la que
viven los pigmeos en la sociedad centroafricana. El narrador nos somete con abundantes
detalles y vocabularios sórdidos, propios al mundo de los animales salvajes, el
menosprecio que conoce esa minoridad étnica. Sufren un calvario inhumano por causa
de una “emancipación forzada” y lo sorprendente, una fama negativa los precede injustamente
dentro de la población, de manera inexplicable. Muy a menudo, la aparición de
un pigmeo, por casualidad, en la ciudad es siempre fuente de asombro y de risa
por causa de su aspecto físico (tamaño, nariz, pelos)...
C’est vrai, ce ne
sont pas des hommes. Ce sont des animaux. Victor a raison. Ça ne peut pas être
des hommes. Ce sont des animaux. Ça se voit du reste: ils ne sont pas aussi
grands que nous.
[…] Mais on m’a
expliqué que ça n’a pas été facile de les capturer. On leur a tendu des pièges
avec de la verroterie chatoyante et ils se sont laissés prendre. […] Néanmoins,
je dois me rallier au verdict populaire pour reconnaître aux Babinga leur
appartenance à l’espèce animale. Ils vivent avec les singes dans la
forêt : « Qui se ressemble s’assemble. »[15]
2 - El realismo
mágico en la narración
Es innegable que este recurso estilístico puede ser
considerado como la identidad notable de la nueva literatura latinoamericana
que surgió con los años 70 y que trata de afirmarse a nivel mundial en
comparación con el género novelesco de Europa. Los autores mezclan en la narración cosas
fantásticas o sobrenaturales en la realidad trivial, lo que provoca el encanto en
la novela. Algunos años más tarde los críticos literarios van a distinguir
diferentes clases de realismo mágico.
En Carpentier, lo “maravilloso” de El
reino de este mundo es diferente de lo “maravilloso” en Hombres de maíz
de Miguel Ángel Asturias. Según Leo Pollmann: “es algo maravilloso de impronta
africana, no es algo que, a pesar de toda su movilidad, gire en sí mismo, como
lo maravilloso de los indios, y que corresponde así formalmente a la tendencia
a la monumentalidad, sino algo que se exterioriza como una fantasía que se
prolifera exuberantemente, que brota de repente y que vuelve con la misma
rapidez a su estado primitivo, como un encanto prodigo y una transformación polifacética”.[16]
Como lo
habíamos dicho, esa innovadora técnica narrativa aparecida en la segunda mitad
del siglo XX en la literatura hispanoamericana, llamada lo real maravilloso ofrece
al escritor o al novelista, la técnica estilística ideal para describir escenas
inverosímiles que van a subyugar y cautivar al lector. Además, muchos críticos
literarios han intentado de conceptualizar esa nueva técnica para
El realismo mágico es una
tendencia que se orienta a develar o por lo menos a intuir el misterio oculto
detrás de la propia realidad circundante y extraer de ella una posibilidad
expresiva del arte.
El realismo mágico encontró su apoyo en el
desquite americanista, tomando la vía del éxito en el llamado realismo,
basándose en la mezcla indiscriminada de elementos imaginarios y reales, unas
veces acomodándolas con el tratamiento alegórico o poético de situaciones o
personajes. Otras veces, desplazándolo hacia lo mítico o legendario, trayendo a
esa mezcla los ritmos del habla, tal como es en cada país, cada ambiente
o medio social descritos, pero sin ningún fondo de prurito regionalista; y
operando una desinhibición absoluta en los aspectos del amor y del sexo, comúnmente entendidos como
la palestra e incomunicación del hombre contemporáneo. En toda narrativa
resultante es el mundo mágico que adquiere verosimilitud por la propia
coherencia interna del relato, su alcance de parábola, de la sociedad y la amplitud de la
realidad contemplada e interpretada.[17]
Es así
que los lectores de las novelas que proceden del Boom de la literatura latinoamericana van a ser llevado en un mundo
de vez en cuando imaginario, fantástico y a veces que puede pertenecer al de
los cuentos de hadas de Faulkner. Esas numerosas y asombrosas escenas que
podemos leer con interés, se nutren de ciertas creencias indias y africanas que
son ancladas en ambas tradiciones. Queremos hablar por ejemplo de esa posibilidad
que tiene un hombre de comunicar con los animales, objetos inanimados, espíritus,
divinidades o meramente transformarse en un animal totémica. :
Los que vieron la transformación del muchacho forastero en un felino negro
comprendieron que esa era la noche más fantástica de sus vidas. Su idioma
carecía de palabras para contar tantas maravillas; ni siquiera existía un
nombre para ese animal nunca visto, un gran gato negro que se abalanzó rugiendo
contra el comandante. El ardiente aliento de la fiera le dio a Mbembelé en
pleno rostro y las garras se le clavaron en los hombros. Podría haber eliminado
al felino de un tiro pero el terror lo paralizó, porque se dio cuenta de que
estaba ante un hecho sobrenatural, un prodigioso acto de hechicería. Se
desprendió del fatal abrazo del jaguar golpeándolo con ambos puños y echo a
correr desesperado hacia el bosque seguido por la bestia. Ambas se perdieron en
la oscuridad ante el asombro de quienes presenciaron la escena.[18]
Alexander, el protagonista de la novela de Isabel Allende
tuvo que transformarse en su animal totémica que pertenece a las fieras de
América del sur para salvar la vida de un débil pigmeo frente a un gigantesco y
peligroso militar que mantenía en cautividad las familias de esos pigmeos por
causa de un tráfico de marfil. Además hojeando esta misma novela, nos damos
cuenta de que aquel protagonista no es el único personaje dotado de un poder
increíble. Hay también Nadia que puede transformarse en un animal diferente.
Alexander notó que la voz de su amiga sonaba cascada, no parecía totalmente
humana, era casi un graznido. Nadia tenía los ojos vidriosos, estaba muy pálida
y respiraba agitadamente.
-¿Qué te pasa Águila? – preguntó
- Nada. Cuídate mucho, Jaguar. Tengo que irme.
-¿Adónde vas?
A buscar ayuda contra el monstruo de tres cabezas, Jaguar.
-Acuérdate de la predicción de Ma Bangesé, no podemos separarnos.
Nadia le dio un beso ligero en la frente y salió corriendo. En la
excitación que reinaba en la aldea, nadie, salvo Alexander vio al águila blanca
que se elevaba por encima de las chozas y se perdía en dirección al bosque.[19]
La creencia en animal totémica no es lo propio de las
culturas de las sociedades indias de América del sur, ya que en Centroáfrica,
país en el cual residen los pigmeos “Aka”
y los “Bantú”, hemos constatados que
la gente cree en esos casos de animales totémicos que tienen el poder de
proteger un grupo social, abastecer las familias en productos de caza y
perpetuar los lazos que existen entre los seres vivos y los espíritus. El Dr. Bevarah Lala[20]
escribió una publicación sobre ese tema que ha llamado el “Wanzanismo[21]”
basándose en la etnia Baya de Centroáfrica.
La gente en ciertas sociedades centroafricanas pretende
que puede transformarse en diferentes animales salvajes como el león, la
pantera, el elefante, el hipopótamo, la serpiente constrictora Boa, etc. Pero,
teniendo en cuenta los lazos particulares existentes entre el hombre y su animal
totémico, éste no debe cazar, matar y comer a ese animal sagrado que protege su
familia o su tribu. Las consecuencias pueden ser irremediables y desastrosas.
Recorriendo las novelas de la nueva narrativa hispanoamericana del siglo XX,
habíamos sido sensible a la resurgencia de esa práctica africana en Cuba
durante la conquista del continente americano. Pensamos que los antiguos
esclavos africanos han traído consigo sus costumbres y creencia que Alejo
Carpentier describe de manera mágica con el real maravilloso:
Todos sabían que la
iguana verde, la mariposa nocturna, el perro desconocido, el alcatraz
inverosímil, no eran sino simples disfraces. Dotado del poder de transformarse
en animal de pezuña, en ave, pez o insecto, Mackandal visitaba continuamente las
haciendas de la llanura para vigilar a sus fieles y saber si todavía confiaban
en su regreso. De metamorfosis en metamorfosis, el manco estaba en todas
partes, habiendo recobrado su integridad corpórea al vestir trajes de animales.
Con alas un día, con agallas al otro, galopando o reptando, se había adueñado
del curso de los ríos subterráneos, de las cavernas de la costa, de las copas
de los árboles, y reinaba ya sobre la isla entera.[22]
En la literatura francófona hay una novela premiada que
merece ser citada, escrita por un autor congolés que trata a la manera de los
contadores esos lazos particulares entre un hombre y su doble totémica. El
lector esta llevada en una narración que mezcla la realidad con lo fantástico. Queremos
hablar de Alain Mambankou que narra la historia de Kibandi y su doble que es un
puerco espín.
Tout se passait
comme si en vieillissant, Papa Kibandi retournait à l’Etat animal, il ne
coupait plus ses ongles, il avait les tics d’un vrai rat lorsqu’il fallait
manger, il se grattait le corps à l’aide de ses orteils et les gens de Mossoka
qui prenaient cela pour un jeu de vieux débile, commencèrent à s’en inquiéter,
le vieil homme était désormais pourvu de longues dents acérées, en particulier
celles de devant, des poils gris et durs prenaient racine dans ses oreilles,
arrivaient jusqu’à la naissance de ses mâchoires, et lorsque Papa Kibandi
disparaissait vers minuit, Mama KIBANDI
ne s’en rendait même pas compte, elle voyait l’autre lui – même de son époux couché dans le lit, à ses côtés…[23]
En África generalmente, en la mentalidad de la gente, los
muertos no han muerto de verdad, dicen que se encuentran en el viento que sopla[24],
en la naturaleza o en los espíritus que gravitan alrededores de nosotros.
Representan este lazo intermediario y secularizo que une los seres vivos a los
Dioses que se encuentran en otra dimensión. Caemos en admiración delante la descripción
de la aparición de los espíritus en el cementerio de los pigmeos, ya que para
cautivar el interés del público lector, el narrador utilizan algunos de
nuestros sentidos como el oído para percibir el ligero zumbido musical que producen
y la visión para ver el caleidoscopio de colores que iluminan la noche. Estamos
casi sumidos en una escena cinematográfica a la vez fantástica y espeluznante,
un poco como en una película de Steven Spielberg.
El primer síntoma de que algo extraordinario ocurría fue que los jóvenes
pudieron ver con la mayor claridad en la noche, como si el cementerio estuviera
alumbrado por las tremendas lámparas de un estadio. Por primera vez desde que
estaban en África, Alexander y Nadia sintieron frio. Tiritando, se abrazaron
para darse ánimo y calor. Un creciente murmullo de abejas invadió el aire y
ante los ojos maravillados de los jóvenes, el lugar se llenó de seres
traslúcidos. Estaban rodeados de espíritus. Era imposible describirlos, porque
carecían de forma definida, parecían vagamente humanos, pero cambiaban como si
fueran dibujos de humo, no estaban desnudos y tampoco vestidos; no tenían
color, pero eran luminosos.
El intenso zumbido musical de insectos que vibraba en sus oídos tenia
significado, era un lenguaje universal que ellos entendían, similar a la
telepatía. Nada tenían que explicar a los fantasmas, nada que contarles, nada
que pedirles con palabras. Esos seres etéreos sabían lo que había ocurrido y
también lo que sucedería en el futuro, porque en su dimensión no había tiempo. Allí
estaban las almas de los antepasados muertos y también las de los seres por
nacer, almas que permanecían indefinidamente en estado espiritual, otras listas
para adquirir forma física en este planeta o en otros, aquí o allá. [25]
3 - Mitos,
Creencias y religión
La obra narrativa de Isabel Allende presenta esta ventaja
de poner de realce la problemática de la existencia de la religión en general y
en la sociedad pigmea en particular. Muchos antropólogos, etnólogos e
investigadores universitarios han reflexionado y escrito muchas publicaciones y
diversos libros para revelar el fruto de sus investigaciones. Es así que unos
afirman que los pigmeos son animistas y
que veneran y adoran amuletos o que su
religión presenta similitud con el Dios de la Biblia[26]y
otros pretenden que creen en una religión monoteísta:
En ce qui concerne
leur culture, les Pygmées exécutent des chants et des danses dans un style
assez particulier. Pour leur croyance, ils se conforment à une religion
monothéiste. De nombreuses études ethnologiques montrent que, sur le plan
religieux, les Pygmées sont des animistes. Ils pratiquent le culte des ancêtres
et respectent Zèngi ou Jengi, le médiateur entre Dieu et les hommes, le
protecteur des Pygmées. Ils s’adonnent au culte des esprits-animaux et des
forces de la nature. Contrairement à ce qu’on peut observer dans la plupart des
sociétés africaines, les Pygmées n’ont ni totem, ni sociétés secrètes. La
pratique religieuse chez les Pygmées a nourri la curiosité des anthropologues
et ethnologues qui étudient les sociétés primitives à la recherche des traces
de la religion des origines.[27]
El Grupo Internacional de Trabajo para los Pueblos
Autóctonos (GITPA)[28]
llega a la misma conclusión que Paul Schebesta pero en la obra narrativa de
Isabel Allende, Angie Ninderera lleva un
juico mitigado sobre los Dioses africanos en comparación con los de la religión
cristiana. No esta tierno con el Dios cristiano quién por lo tanto creó el
Hombre a su imagen. Estima que el Dios cristiano es bastante severo ya que
castiga a los pecadores, les echa en el infierno por la eternidad y sobretodo
envió a su hijo morir en la cruz por la remisión de los pecados de los hombres.
Piensa que los Dioses africanos son complacientes y razonables, que no crearon los hombres a su
imagen, que no les aman pero los dejan en paz. Los Dioses africanos le espantan
ya que han heredado todos los vicios posibles de los hombres durante sus vidas
en la tierra: avaricio, celosía, crueldad,…Siguen comportándose como si
estuvieran vivos, lo que explica su relación y su proximidad con los seres
humanos:
Angie Ninderera les había contado a Nadia y Alexander que en África existe
una relación permanente de los seres humanos con el mundo espiritual.
Los dioses africanos son más compasivos y razonables que los dioses de
otros pueblos – les había dicho - . No castigan como el dios cristiano. No
disponen de un infierno donde las almas sufren por toda la eternidad. Lo peor
que puede ocurrirle a un alma africana es vagar perdida y sola. Un dios
africano jamás mandaría a su único hijo a morir en la cruz para salvar pecados
humanos, que puede borrar con un solo gesto. Los dioses africanos no crearon a
los seres humanos a su imagen y tampoco los aman, pero al menos los dejan en
paz. Los espíritus, en cambio, son más peligrosos, porque tienen los mismos
defectos que las personas, son avaros, crueles, celosos. Para mantenerlos
tranquilos hay que ofrecerles regalos. No piden muchos un chorro de licor, un
cigarro, la sangre de un gallo.[29]
Al lado de la religión y sus Dioses, los pigmeos creen en
la potencia de los amuletos para protegerse. Estos objetos confeccionados por
los hechiceros forman parte de esos artificios necesarios e indispensables para
adentrar al mundo esotérico de las almas en pena y de los espíritus. Y encima de todo, tienen fe en el poderío místico
de los espíritus de los antepasados que han muerto. Los espíritus sagrados de
la tribu cohabitan en harmonía en con “Ezenji” el gran espíritu del bosque.
Lo primero y más importante, decidieron, era hacer una ceremonia con el
amuleto sagrado para pedir la protección a los antepasados y a Ezenji, el gran
espíritu del bosque, de la vida y la muerte.[30]
En las
sociedades africanas en general y en la de los pigmeos, todo el mundo no tiene
la capacidad de establecer contactos con los espíritus. Existe una categoría de
gente que recibe su poder místico por trasmisión genética a través el cordón umbilical
de su madre al nacimiento, otra categoría lo recibe por herencia a la muerte
del “ganga” o el curandero que le enseña las diversas plantas naturales y
pociones mágicos para entrar en contacto con los espíritus buenos o maléficos.
La farmacopea es una ciencia que ya no tiene secretos para ellos. Están
aventajados por su entorno constituido por una selva lujuriante y protectora
que es en definitiva una inmensa fuente de abastecimiento. No hay que olvidar
que la recolección es una práctica cotidiana de los pigmeos. Sus inmensos
conocimientos ocultos creen espanto y respeto en la comunidad.
También contaban con la ayuda de Sombe, el brujo, a quien convocaban cuando
se requerían sus servicios. La gente estaba acostumbrada a los curanderos o
brujos, cuya misión era servir de enlace con el mundo de los espíritus, sanar
enfermedades, realizar encantamientos y fabricar amuletos de protección.
Suponían que por lo general el fallecimiento de una persona es causado por
magia. Cuando alguien moría, al brujo le tocaba averiguar quién había provocado
la muerte, deshacer el maleficio y castigar al culpable u obligarlo a pagar una
retribución a la familia del difunto. Eso le daba poder en la comunidad.[31]
Las reflexiones del escritor nigeriano Ben Okri[32]
en sus novelas son susceptibles de perturbar al lector cartesiano ya que transporta
al lector en un mundo esotérico, de cuento, de realidad, de “niños espíritus” y
de realidad. El animismo realidad africana omnipresente se desprende en
filigrana en la narración a pesar del cristianismo introducido en el continente
en aquel entonces, por los colonizadores. Ben Okri explota los mitos y el mundo
etéreo de los espíritus en su creación literaria. He aquí una síntesis de la
entrevista que el célebre novelista nigeriano acordó al diario BBC Mundo:
Las novelas más conocidas de Okri, de hecho son las que cuentan la historia
de Azaro, un abiku- como se conoce en la lengua yoruba al espíritu de los niños
que mueren antes de alcanzar la pubertad- que vive a medio camino entre el
mundo real y el de los espíritus.
[…]”(Los africanos) tenemos una relación muy compleja con el tiempo y
nuestro sentido del mismo está profundamente vinculado con lo que con lo que
podemos llamar el mundo numinoso: el mundo de los ancestros, el de los que no
han nacido” dice sin embargo Okri.[33]
En
la mentalidad colectiva, dicen que los espíritus pertenecen al mudo del
invisible. Es decir que el común de los mortales no puede percibirlos. Pueden
desplazar objetos, golpear paredes o comunicar con los seres vivos a través de
gente que tiene ciertos poderes para establecer lazos con ellos y exponer lo
que quieren decir. Si buscamos bien en la literatura hispanoamericana
encontraremos a un autor genial que describe la presencia de los espíritus en
sus obras narrativas; hay que recordar que en Pedro Páramo de Juan
Rulfo, los “murmullos” han matado a un protagonista de la novela. Es decir que
los espíritus pueden manifestarse bajo cualquiera forma y aquí sólo el protagonista
oye esos murmullos.
-Si Dorotea. Me mataron los murmullos.
Aunque ya traía retrasado el miedo. Se
me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando me
encontré con los murmullos se me reventaron las cuerdas. […]Y de las paredes
parecían destilar los murmullos como si se filtraban de entre las grietas y las
descarapeladuras. Yo los oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino
secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaron contra mis
oídos. Me aparté de las paredes y seguí por mitad de la calle; pero las oía
igual que si vinieran conmigo, delante o detrás de mí. [34]
Pensamos
que a final de esa tercera parte de nuestras investigaciones, sería interesante
referirnos a un especialista para ver como conceptualiza y define lo que es un espíritu
y como se manifiesta en la vida real en oposición a lo que las obras novelescas
nos proponen con imágenes fantásticas y maravillosas. La vida en el mundo de los espíritus esta
organizada tan como la de un Estado: a la cumbre de esta escala hay Dios,
después los espíritus superiores con sus particularidades, los que pertenecen a
la base de la pirámide son inquietantes y peligrosos y son poseídos por el mal.
L’esprit n’est
point ainsi un être abstrait, indéfini que la pensée seule peut
concevoir : c’est un être réel, circonscrit qui dans certains cas est
appréciable par les sens de la vue, de l’ouïe et du toucher […] Les
esprits appartiennent à différentes
classes et ne sont égaux ni en puissance, ni en intelligence, ni en savoir, ni
en moralité. Ceux du premier ordre sont les esprits supérieurs qui se
distinguent des autres par leur perfection, leurs connaissances, leur
rapprochement de Dieu, la pureté de leur amour du bien […] Les autres classes
s’éloignent de plus en plus de cette perfection ; ceux des rangs
inférieurs sont enclins à la plupart de nos passions : la haine, l’envie,
la jalousie…[35]
Conclusión
En
resumidas cuentas, gran fue nuestra sorpresa constatando una multitud de
similitudes concordantes entre la obras narrativas de Isabel Allende y la de
Etienne Goyémidé: lo que nos interpela primero, son los títulos de ambas
novelas en los cuales notamos la palabra “Bosque”. Segundo el espacio en el
que se desarrollan las historias es
idéntico, es decir el gran bosque de África central que se extiende sobre dos
países que tienen largas fronteras comunes. Queremos hablar de la República centroafricana
y la República
Democrática de Congo. Tercero, los dos autores tienen como
centro de interés la vida de los pigmeos en su universo exuberante donde predomina
la naturaleza lujuriante y la discriminación
social que viven diariamente en las ciudades.
Isabel Allende nos impresiona con su conocimiento del
mundo africano en general y el de los pigmeos en particular a través de su
cosmogonía, su religión, sus creencias, sus costumbres y su modo de vivir al referirnos
a los amuletos, espíritus, transformación en animal totémica, etc. Al estudiar la
novela de Isabel Allende, podemos considerarla como una defensora de la
minoridad pigmea de África central entre tantos. Su obra novelesca se inscribe en
línea directa de la de ciertos autores comprometidos que tienen como meta,
denunciar las injusticias y desigualdades en las sociedades para buscar un
cambio.
[1] Lilian Befumo Boschi: Nostalgia del futuro en la obra de
Carlos Fuentes
Fernando García Cambeiro, Buenos
Aires, 1974
[2] Juan Rulfo: Pedro Páramo
Cátedra, Letras
hispánicas, Madrid, 2000, 188p.
[3] Gabriel García Márquez: Cien años de soledad
Editorial Fernando García
Cambezco, 1970, Buenos Aires, 391p.
[4] Vargas llosa: Homenaje a Mario Vargas Llosa
Helmy F. Giacoman, Madrid, 1971,
412p.
[5] Julio Cortázar :
Célebre escritor argentino (1914-1984)
[6] Paco Tovar: Narrativa hispanoamericana (1964-1994) Asociación española de estudios
literarios
hispanoamericanos
Ediciones de la Universidatt de
Lleida, 1996, 494p.
[7] Murciano, Carlos : Las novelas de Arturo Azuela
Cuadernos americanos, N°4, col. CCXLIX,
Julio – Agosto 1983
William Faulkner novelista estadounidense (1897-1962) considerado
uno de los mejores escritores del mundo.
[8] William Faulkner novelista estadounidense
(1897-1962) considerado uno de los mejores escritores del mundo.
[9]Bernard Simiti : La mobilisation des organisations non
gouvernementales en faveur des pygmées Aka de
Centrafrique : L’exemple de Coopi.
Bernard_simiti@yahoo.fr
[10] Mathieu Dehoumon : DROITS DES MINORITES : Protéger les pygmées
d’Afrique contre les discriminations
P.6,
https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00574234
[10] Isabel Allende: El Bosque de los Pigmeos
Debosillo,
Barcelona, España, 2005, 221p.
[11] Isabel Allende: O. C. P.
[12] Victor Bissengué: Contribution à l’histoire ancienne des pygmées, l’exemple des Aka
L’Harmatan, 205p.
[13] Frantz Thille: Au cœur de la forêt vierge, avec les pygmées Babinga
Albin Michel, 181p.
[14] Etienne Goyémidé: Le silence de la forêt
Hatier, Paris, France, 1984, 157 p.
[15]
Etienne Goyémidé: Op. cit. P.14-15
[16] Leo Pollmann : La « nueva novela »
en Francia y en Iberoamérica
Editorial Grados,
Madrid, 198 , p., p. 127
[17] Miguel Ángel Bendelú Tenerio : Exégesis del realismo fantástico
[18] Isabel Allende: Op. cit. p. 207
[19] Isabel Allende: Op. Cit. P.200
[20]
Dr Bevarrah Lala : Approche tradipratique du féticheur au
Wansanisme
Library of congress, Bangui, 1991, 26 P.
[21] Dr Bevarrah Lala : Introduction au Wansanisme ou au culte
ancestral
Library of
congress, Bangui, 1991, 19 P.
[22] Alejo Carpentier : El reino de este mundo
Fondo de cultura económica,P.33
[23] Alain Mambankou : Mémoire d’un porc épic
Editions du Seuil,
Saint-Amand-Montrond, France, 2006, 229p.
[24]
Mercier Roger et S. Battestini :
Birago Diop
Fernand Nathan, Nancy, France,
1969,
[25] Isabel Allende : Op. cit. 156-157
[26] Schebesta Paul : Le sens religieux des primitifs
Paris,
Editions Mame, Collection Siècle et catholicisme, 1963, 399 p.
[27] Mathieu Dehoumon : Op.cit. P.3
[28]
Gipta : Pygmées
www.gipta.com
[29] Isabel Allende: Op. Cit. P. 141
[30]
Isabel Allende: Ibidem P. 140
[31] Isabel Allende: Op. cit. P. 165
[32] Ben Okri : El camino hambriento ( The famished road)
La otra orilla, España,
2008, 576 p.
[33] BBC Mundo: www. Ben Okri y las olvidadas raíces
africanos del realismo mágico.
2016
[34] Juan Rulfo: Pedro Paramo
Fondo de Cultura Hispanoamericano, Méjico, p.
62-63
[35] Kardec, Allan : Le livre des Esprits
Dervy – livres,
Paris, France, 1857, 502p., p. X-XI
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