samedi 8 septembre 2018

El incesto en las obras narrativas de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Arturo Azuela y varios


UNIVERSIDAD DE BANGUI

REPÚBLICA CENTROAFRICANA
FACULTAD DE LETRAS Y

Unidad - Dignidad - Labor
CIENCIAS HUMANAS

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      DEPARTAMENTO DE

                   ESPAÑOL       

      N° 03







El incesto en las obras narrativas de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Arturo Azuela y varios









Dr PANGUERE Jean – Michel













Boletín informativo del departamento de español





El incesto en las obras narrativas de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Arturo Azuela y varios

          Dr. PANGUERE JEAN - Michel

                                                                                                                           Universidad de BANGUI - RCA



Introducción

Al haber leído y estudiado con delectación durante muchos años las obras de la nueva narrativa hispanoamericana contemporánea, mi atención fue atraída  por la manera recurrente en que el incesto se encuentra en las obras premiadas de algunos autores prestigiosos latinoamericanos que hemos citado en el titulo de esta publicación. Eso nos empujó a hacer un trabajo de investigaciones y de críticas literarias en una muestra de novelas muy leídas y traducidas en muchos idiomas en el mundo de ciertos autores latinoamericanos. Nos daremos cuentas que la descripción frecuente de este lazo consanguíneo en obras narrativas de países diferentes, confirma el carácter universal del incesto y lo que nos interesa es cómo estos autores de nacionalidades diversas lo tratan en sus novelas. Pero, antes de adentrarnos en el estudio, pensamos que es indispensable dar una definición clara de esta relación sexual  condenada por la mayoría de las sociedades a través el mundo entero.

El incesto_  del latín incestus, es decir “Incasto” “no casto”_ es la práctica de relaciones sexuales entre individuos muy próximas por consanguinidad _  parentesco, biológico o consanguíneo_.  Se califican como incestuosas, en todas las culturas, a las relaciones  sexuales entre hermanos, entre madres o padres y sus hijos, entre abuelos y nietos, y así todos ancestros consanguíneos con sus descendientes.

También, aunque la consanguinidad es menos, en muchas culturas, se consideran incestuosas las relaciones sexuales entre tíos y sobrinos y entre primos consanguíneos.[1]

           

Al tener en cuenta esta definición liminar pero importante para nuestro trabajo de investigaciones, trataremos de poner de realce todos los casos que presentan similitudes con la precedente citación y que encontraremos en ciertas obras narrativas de autores latinoamericanos prestigiosos que forman parte de la nueva narrativa hispanoamericana.

Incesto (hijo e hija) e Ignorancia

            En el Tamaño del infierno[2], el autor nos aprende que el incesto puede ser fruto de desconocimiento porque el protagonista  de la novela Jesús que ha huido de su comarca donde ha sido injustamente acusado por los aldeanos de haber voluntariamente cometido un incesto y de haber asesinado al hermano de Regina que en el hecho era la hija natural de su padre. La falta de comunicación por parte del padre de Jesús tiene como consecuencia el cumplimiento de esta relación carnal abominable que la sociedad suele calificar de incesto.

Aquella mujer no e guardara rencor, quizá sepa que es jija de tu padre. Imagínatela de cuerpo entero, rascando como tu sus propios arrepentimientos, pensando en tus ultimas huellas, en esa sepultura que crecerá día tras día  como los vientos de febrero. Acaso ella te perdone la muerte de su hermano, ella lo vio todo,, tu no quisiste matarlo ni aun en las peores circunstancias, por ningún motivo clavaste aquel puñal para mandarlo al cementerio. Ella bien que te quería y estaba dispuesta a seguirte hasta el quinto infierno si hubiera sido necesario.[3]



            El comportamiento severo y la falta de comunicación del padre a nivel de su familia, ocasionan la realización del temido incesto, ya que si hubiera hablado con su hijo de su hija secreta, este acto reprehensible no hubiera sido posible. La responsabilidad del padre es enteramente comprometida porque es responsable de la desgracia que cae sobre sus progenituras que ven sus destinos profundamente trastornados. Este delito condenado por la Iglesia va a servir de motor para conducir el relato a través de la huida de Jesús, vuelto una leyenda, el sufrimiento y los arrepentimientos de ciertos personajes.

El aliento de Regina camina por sus hombros y Jesús quisiera regresar al lugar donde nació, pero sabe que es imposible, que los bandoleros andan perseguidos por todos los puntos de la brújula, aunque entre ellos  se sepan ayudar mejor que nadie. ¡Qué persecución ni qué demonios!, si lo que a ti te pasa es algo muy distinto, tú sabes bien que no podrías cruzar una sola palabra con tu padre, ni menos estar cerca de aquella mujer, de aquellas ceja pobladas parecidos a las tuyas. Eso sí que no tiene perdón  de Dios; para tales menesteres no hay salvación posible.[4]



            El remordimiento aunque tardío de un narrador anónimo de la novela conforta la inocencia de Jesús. Su padre, al querer esconder la existencia de su hija bastarda había escondido la noticia a su familia. Era su secreto. Quizás quería  protegerla o evitar un escándalo en su hogar pero a final el resultado va ser este drama enorme, el sufrimiento sicológico de muchos personajes que se encuentran al borde de la locura y pena. el  padre de Jesús alía con la gente para condenar su hijo y echarlo en pasto a la vindicta popular, aun si sabe en su conciencia que su hijo es limpio de toda culpabilidad.

Lo reconozco fue una trampa que me tendió la vida y que yo mismo no pude deshacer y que jamás imaginé sus consecuencias. Mi obligación era revelarte el secreto, fuera donde fuera, aun en la cárcel o en el camino al paredón. Tú deberás entender, Jesús, a lo largo de los años, que yo no puedo ser culpable. Ya de por si tú traías esa maldad y esa ponzoña en todas tus acciones, como pa que yo, tu mismo padre resultara el delincuente. Si, yo sé muy bien por qué no has regreso y quizá por qué no regresarás nunca. Te tenía que confesar lo que tantos años oculté, tenías conocer toda la verdad, aunque fueran las últimas palabras que te dijera en la vida. Entiéndelo de una vez por todas, tenia que revelarte aquel secreto...[5]



            La intriga de la novela, lo va a darnos un narrador anónimo, al principio de la novela dentro de una narración en que nos aprende que se trata de dos amantes apasionados que van a encontrarse durante una cita, pero el hermano de la moza organizó una trampa con sus amigos para impedir el encuentro amoroso con el propósito de salvar el honor de su familia. Desgraciadamente va a fallecer de una puñalada. Jesús no hacia más que  defenderse y tratar proteger la integridad corporal de su novia.

(…) Las sombras de aquellos pasos extraños se interponen en la esquina; una de ellas la coge por sorpresa, la mujer se queda sin aliento y con un llanto seco, como envuelta  en un costal y amarrada con brazos de hombre. Alcanza a dar un grito que se apaga cuando Jesús forcejea y suelta los puños al aire con otros dos individuos; los golpes van y vienen, salen los puñales y, de repente, los tajos en las mejillas y en los hombros. Ventanas y puertas empiezan a abrirse, mientras Jesús saca el puñal empapado de una hendedura que se fue más allá del fondo del pecho. Es su hermano, es el hermano de ella, suenan varios disparos de la ronda de guardias y Jesús no sale de su asombro. Se queda quieto y ella con los alaridos en la frente y en los ojos. No hay nada que hacer, el hermano está  muerto y la suerte se ha roto por esta oscuridad…[6]



Incesto y Religión

           

De verdad, uno no puede asombrarse delante de la firmeza y la rigidez de la postura de la Iglesia frente a esta forma de desviación sexual, ya que en los diez mandamientos, la Iglesia fijo una primera lista de prohibición por una parte y por otra vez en los siete pecados capitales  determina efectivamente la lujuria, pero el publico lector está interpelado por una frase importante formulado por un personaje de la novela que plantea el problema  de la existencia de los hombres en la tierra en estos términos “Ya aprenderán algún día, desdichado, que nadie se escapa de los siete pecados capitales”.

            Si entendemos bien esa frase, este personaje quizás quiere pretender que el Hombre  no es maestro de su destino en la tierra, a pesar de su inteligencia, que es programado  por Dios para sucumbir a uno o a todos los siete pecados capitales. Entonces Jesús es el ejemplo puesto de realce, ya que mato a alguien y cometió involuntariamente un acto prohibido por la moral y sobretodo por la Iglesia, es decir un incesto. A pesar de su ignorancia e inocencia, el juicio de la Iglesia es implacable,

Tú no puedes ser el culpable, no puedes pagar las consecuencias de pecados ajenos; ésta es una trampa que tú jamás pudiste imaginar. Y ahora pagarás las consecuencias; sufrir la prisión,  limpiar la sangre con la  con la yema de los dedos y jódete, que ya todo el pueblo te tiene metido entre ceja y ceja, en el castigo sin perdón, en la muerte que te merecías.[7]



            ¿El hombre es un títere manipulado por el creador celestre? Decimos que la justicia de los hombres, muy a menudo es clemente e comparación con  la de la Iglesia que es inamovible. Frente a este acto reprehensible y condenado por la sociedad, la postura de la Iglesia es implacable y sin complacencia. Un narrador de la novela va a presentar la posición de la Iglesia en esos términos.

El aliento de la Regina camina por sus hombros y Jesús quisiera regresar al lugar donde nació, pero sabe que es imposible (…) ¡Qué persecución ni qué demonios!, si lo que a ti te pasa es algo muy distinto, tú sabes bien que no podrías cruzar una sola palabra con tu padre, ni mucho menos estar cerca de aquella mujer, de aquellas cejas pobladas parecidas a las tuyas. Eso sí que no tiene perdón de Dios; para tales menesteres no hay salvación posible.[8]

           

Estamos asombrados por una visión específica del incesto que un personaje narrador nos relata en un soliloquio. Este narrador nos confirma con aplomo, en algunas palabras que se autoriza el incesto en la religión cristiana bajo cierta condición particular y muy precisa. Sólo los deficientes mentales, es decir los locos tienen el permiso de transgresar esa prohibición universal.

Le diré con franqueza: todos la conocemos como la mujer de Jesús aunque nadie sabe si el señor su tío le rozo los pezones. Lo demás usted ya lo sabe, esas relaciones carnales no están hechas por Dios, en este valle solo los locos se les permiten semejantes culpas. Entre los animales se cruzan  hermanas con hermanos y dudo que un huizache cimarrón y un huizache chaparro, cuando se juntan, a lo mejor den un huizache con un perfume que abone las  grietas de la  tierra. Pero entre nosotros eso es un pecado infernal, es un arrejuntamiento del que sale tierra estéril, semillas podridas que ni siquiera el viento se puede llevar.[9]

           

Con un humor cáustico, Gabriel García Márquez no deja entender en su novela Cien años de soledad que los representantes de la Iglesia pueden mostrarse débil delante personajes anticonformistas del tamaño de Gargantua y Pantagruel que inspiran el terror. En efecto después de haber cometido un incesto con su hermana menor Rebeca Buendía, José Acárido va a pedir al padre Nicanor de casarles en su iglesia. Frente al gigantismo de su interlocutor dotado de una fuerza descomunal, éste va a negar la filiación de la pareja incestuosa afín de organizar la ceremonia religiosa demostrando la debilidad de los hombres de Iglesia como todos los seres humanos.

El padre Nicanor reveló en el sermón del domingo que José Arcadio y Rebeca no eran hermanos. Ursula no perdonó nunca lo que consideró como una inconcebible falta de respeto y cuando regresaron de la iglesia prohibió a los recién casados que volvieran a pisar la casa. Para ella era como si hubieran muerto.[10]

            Al contrario de su madre Ursula Iguarán que es una madre conservadora, piadosa y  fiel a la traición, José Arcadio con su físico temible de gigante, el cuerpo lleno de tatuajes y que hace temblar la tierra como  un terremoto, al igual  que los personajes del escritor francés François Rabelais[11],  Pantagruel y Gargantua”, cuando anda en la calle, no respecta la moral, las dogmas de la religión y las leyes. No lo esconde y lo afirma a quién tiene la desgracia de oponerse a su decisión.

Cuando quedaron solos en el salón atiborrado de instrumentos músicos  y juguetes de cuerda, Pietro Crespi dijo.

-          Es su hermana

-          No me importa -  replicó José Arcadio.

Pietro Crespi se enjugó la frente con el pañuelo impregnado de espliego.

-          Es contra natura – explicó – y, además, la ley lo prohíbe.

José Arcadio se impacientó no tanto con la argumentación como con la palidez de Pietro Crespi.

- Me cago dos veces en natura –dijo-. Y se lo vengo a decir para que no se tome la molestia de ir a preguntarle nada a Rebecca.[12]

                       

            En resumidas cuentas, el incesto en la obra romanesca de Arturo Azuela es destructor, devastador y conduce al drama. El lector está cautivado por el amor idílico de la pareja, Jesús y Regina, que va súbitamente a transformarse en crimen que no puede tener perdón delante la religión. La novela nos enseña que a pesar del crimen acometido y el delito de incesto,  el amor va a ser mas fuerte que la justicia divina, la justicia de los Hombres y la moral. La moral triunfa por causa de la pureza de sus sentimientos y de su inocencia ya que ambos no sabían que tenían el mismo padre y Jesús mató en legítima defensa para salvar su vida.



Aquel Jesús que yo conocí, que me desnudo y me hizo sentir mujer una noche al borde de la laguna, nunca se me olvidó, no hubo ningún hombre que me lo desbaratara…Y cuando él habla, o conozco el mundo, aquí donde soplan vientos que vienen de aquellas grietas y cuando llueve por todos estos valles…aquella vez que conocí su cuerpo, cuando quedamos de acuerdo en la huida, mi vida entera se detuvo para esperarlo otra vez…Aprendí a hablar conmigo misma; con él, a pesar de que estaba tan lejos; aún muerto hablábamos juntos…cuando él recuerda que yo tengo una mitad de la sangre igual a otra mitad de la suya, siento que todos esos siglos la encerraron en la calle d las Animas...[13]

La pareja maldita va a reanudarse y vivir su amor insensato  más allá del mundo de los muertos un poco como en el mito de Orfeo y Euridice.



Incesto y asesinato

            Cuando tomamos por casualidad una novela  Cien años de soledad que forma parte d la nueva narrativa hispanoamericana constatamos que ciertos personajes quieren oponerse de todos modos a la concretización de esa relación  contra natura, prohibida por la moral social. Al igual que Miguel el hermano de Regina que organizó una trampa para matar a Jesús en El reino de este mundo, Fernanda, la madre de Meme pidió al Alcalde de proporcionarla un guardia para vigilar su patio a causa de un ladrón de pollos. La madre se había enterado que su hija tenía relaciones amorosas y sexuales con su primo Mauricio Babilonia. La consecuencia fue que el guardia disparó sobre Mauricio Babilonia y le rompió la columna vertebral. Éste va a fallecer más tarde de vejez, solitario, sin protesta, sin denuncia con una fama de ladrón de pollos.

Esa noche, la guardia derribó a Mauricio Babilonia cuando levantaba las tejas para entrar en el baño donde Meme le esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los últimos meses. Un proyectil incrustado en la columna vertebral lo redujo a cama por el resto de su vida. Murió de viejo en la soledad, sin un quejido, sin una protesta, sin una sola tentativa de infidencia, atormentado por los recuerdos y por las mariposas amarillas que no le concedieron un instante de paz, y públicamente repudiado como ladrón de gallinas.[14]



            Una vez más el amor entre ambos personajes se convierte en una pesadumbre funeste que conduce a la muerte irremediable. La hipocresía social va a ocultar muy lejos el incesto para  evocar el caso del ladrón de pollos. Los padres tienen vergüenza y esconden como pueden ese secreto familiar malsano que no quieren confesar a la gente. Muy a menudo, los protagonistas que han cometido el acto incestuoso van a esconderse por vergüenza y van a vivir recluidos al margen de la sociedad como los parias. Buscando en la nueva novela hispanoamericana, grande fue nuestra sorpresa  al descubrir Donis y su hermana en la obra novelesca  de Juan Rulfo que se pueden  convertirse en el  símbolo de esa célebre pareja incestuosa.

                                    ¿Adónde fue su marido?

-          No es mi marido. Es mi hermano; aunque él no quiere que se sepa. ¿Qué adonde fue? De seguro a buscar un becerro cimarrón que anda por ahí desbalagado. Al menos eso me dijo.

-          ¿Cuánto hace que están ustedes aquí?

-          Desde siempre, aquí nacimos.

-          Debieron conocer a Dolores Preciado.

-          Tal vez él, Donis. Yo sé tan poco de la gente. Nunca salgo. Aquí he estado sempiternamente…Bueno, ni tan siempre. Sólo desde que él me hizo su mujer. Desde entonces me la paso encerrada, porque tengo miedo de que me vean. Él no quiere creerlo, pero ¿Verdad que estoy para dar miedo?[15]



En realidad esos personajes ya han muerto y están dialogando en su tumba, expiando sus pecados en la ciudad de Comala que consideran como un purgatorio y que un personaje califica de infierno, “Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la boca del infierno.”[16]Paradójicamente en la novela de Rulfo no tenemos ninguna descripción de los personajes, esto hubiera podido ayudarnos a poseer la descripción física, sicológica y moral de esos personajes que se complacen en la lujuria.

Les personnages ne font l’objet d’aucune description qu’elle soit directe (dans le récit) ou indirect (dans le dialogue). Si bien que l’image que le lecteur peut avoir du personnage n’est pas déterminée par le texte, pas de portrait, ni physique, ni moral. La narration réfute ostensiblement de copier une réalité de référence ; elle fuit la conception du personnage romanesque comme reflet de personnes qui ont existé ou avaient pu exister.[17]



            Para hacer perdurar al máximo el placer prohibido del incesto, en general, los personajes están listos a utilizar todos los medios posibles a su alcance para esconder lo malo que están cumpliendo a escondites.



Incesto y Mitologia



            La intriga de la novela de Gabriel García Márquez no es sin recordarnos el mito de la creación del mundo por Dios, consignado en la Santa Biblia, con la primera pareja: Adán y Eva[18], los antepasados de la humanidad. Cuando Ursula Iguarán y José Arcadio Buendía los protagonistas principales de la novela decidieron la fundación de la ciudad de Macondo, eran los primeros habitantes de esta comarca y además eran primos. El vínculo del incesto empezó en la novela con sus padres, un poco como Adán y Eva en el Jardín de Edén cuando sucumbieron al pecado original y fueron rechazados  por Dios.

…Porque en verdad estaban ligados hasta la muerte por un vinculo más sólido que el amor. Un común remordimiento de conciencia. Eran primos entre sí. Habían crecidos juntos en la antigua ranchería que los antepasados de ambos transformaron con su trabajo…Aunque su matrimonio era previsible desde que vinieron al mundo,(…) sus propios parientes trataron de impedirlo. Tenían el temor de que aquellos saludables cabos de dos razas secularmente entrecruzadas pasaran por la vergüenza de engendrar iguanas. Una tía de Ursula, casada con un tío de José Arcadio Buendía, tuvo un hijo (…) nació y creció con una cola cartilaginosa en forma de tirabuzón (…) Una cola de cerdo…[19]

           

Un crítico literario afirma con exactitud que en el mundo de Macondo, los últimos descendientes de los Buendía se aman con el valor que sus antepasados no conocieron, pero suscitan también el fin.[20]Ese amor enfrenado conduce ineluctablemente al incesto que desembocará en la concretización del miedo de esa familia excepcional que tenía el pavor de que naciera un hijo con cola de cerdo.[21]

Après lui avoir coupé le cordon ombilical, la sage femme, qu’Aureliano éclairait avec une lampe, se mit à enlever avec un linge l’onguent bleuâtre qui couvrait le corps de l’enfant. Ce n’est qu’après l’avoir retourné sur le ventre qu’ils remarquèrent qu’il avait quelque chose de plus que le reste des hommes, et ils se penchèrent pour l’examiner. C’était une queue de cochon.[22]

           

Ese niño descomunal que va a poner fin a la genealogía de los Buendía y a la desaparición de la ciudad  mítica de Macondo es el fruto del amor incestuoso de Amaranta Ursula y Aureliano. Aquí no se trata del complejo de Edipo que pone en situación, un padre y su hija o una madre y su hijo, pero aquí estamos  en presencia de una tía y su sobrino muy emprendedor. Cien Años de soledad es la obra narrativa de la nueva novela hispanoamericana en la que encontramos una multitud de casos de incesto en una misma novela. Los describen de una manera burlesca y fantástica gracias al recurso estilístico llamado lo real maravilloso. Nos preguntamos para saber si el autor manifiesta una voluntad de banalizar este acto prohibido o al contrario, denunciarlo con la repetición de los numerosos casos de relaciones incestuosas que hay en su novela original y apasionante.



Incesto, Pasión y Lujuria

            Al recorrer estas obras narrativas hispanoamericanas, hemos llegado a la conclusión siguiente. Todas las diferentes obras literarias que estudiamos, tiene un punto común, es decir que los personajes que han saboreado el fruto prohibido, van a hacerlo a escondida invadidos por la vergüenza. Todos sin excepción so responsables de sus actos, sabiendo que van a ocasionar escándalos,  penas y sufrimientos alrededor de si mismos.  Saben que lo que hacen es mal pero van a perseguir en el pecado hasta la revelación de la abominación al conocimiento del público. Confrontados a la moral y al juicio de la sociedad, van a recluirse en la lujuria, como apestados en su rincón. En cien Años de sociedad, si tomamos el caso de Aureliano Babilonia, Amaranta Ursula y su esposo Gastón,  la pareja incestuosa tomaba su placer en silencio en el cuarto contigo para no alarma al marido cornudo:

La siguió casi en puntillas, tambaleándose de la borrachera, y entró al dormitorio nupcial en el momento en que ella se abrió la bata y se la volvió a cerrar espantada. Hizo una señal silenciosa hacia el cuarto contiguo, cuya puerta estaba abierta, y donde Aureliano sabía que Gastón empezaba a escribir una carta. (…) Aureliano sonrió, la levantó por la cintura con las dos manos, como una maceta de begonias, y la tiró bocarriba en la cama.(…) Amaranta Ursula descuido la defensa (…) una conmoción descomunal la inmovilizo en su centro de gravedad (…) Apenas tuvo tiempo de estirar la mano y buscar a ciegas la toalla, y meterse una mordaza entre los dientes, para que no se le saliera los chillidos de gatas que ya le estaba desgarrando las entrañas…[23]



            Además del incesto y de la lujuria, podemos añadir la culpabilidad de infidelidad, ejemplo poco recomendable en la sociedad. En el caso de Jesús y de Regina que han cumplido el incesto por ignorancia y que acaban de escapar a una trampa mortal, pueden pensar que no tienen nada que perder, ya que son condenados por la religión que afirma que eso no tiene perdón por una parte  y por otra parte, toda la gente les incrimina y por encima de todo, aun su padre que ha escondido su hija bastarda les condena también. Entonces, viéndose en un callejón sin salida, van a resumirse a aislarse por que la sociedad y la religión no les han dado la suerte de arrepentirse. La inmensa pasión que anima sus seres va a sumirles en un bienestar cuando se encuentran lejos de la sociedad que les opresa con las multitudes de leyes y prohibiciones.

De repente, Jesús sonríe cuando sus brazos cubren el torso desnudo de la Regina, echa la mirada a la ventana, al fresno que arropa una parte de las estrellas y de las nubes de mal fario y después vuelve a sus mismos pensamientos, a sus vellos bien negros y retorcidos. Y después del último aliento, cuando la Regina se le queda pegada a todo el cuerpo y sin mover siquiera una pestaña, las horas parecen ser las mismas, la angustia se alarga y las furias se pegan a los parados y los corajes a las maldiciones. Era mejor el escondite allá en la cueva junto.[24]  



            Cien años de soledad de Gabriel García Márquez es la obra narrativa hispanoamericana en la que se encuentra una multitud de casos de incesto de manera recurrente. El narrador nos explica como los personajes que tienen lazos consanguíneos van a llegar a esta extremidad. Lo va a describir minuciosamente, de una manera que no es chocante, lo hace con una falsa ingenuidad y escoge sutilmente palabras que dan un carácter burlesco al relato. Hemos constatado por ejemplo que Amaranta que había criado a Aureliano José seguirá comportándose con él como si fuese un niño,  bañándose desnuda con él y durmiendo en la misma cama. Ambos van a caer en juegos perversos y caricias eróticas. Ursula Iguarán va a poner fin a esa relación pérfida cuando les sorprendió besándose.[25]Tía y sobrino van a abandonar su pasión peligrosa y sobretodo sin porvenir, a partir de la percepción de la sociedad.

Sentada en el mecedor de mimbre, con la labor interrumpida en el regazo, Amaranta contemplaba a Aureliano José con el mentón embadurnado de espuma…Aureliano José no podía conciliar el sueño mientras no escuchaba el valse de las doce en el reloj de la sala, y la madura doncella cuya piel empezaba a entristecer no tenia un instante de sosiego mientras no sentía deslizarse en el mosquitero aquel somnámbulo que ella había criado, sin pensar que seria un paliativo a su soledad. Entonces durmieron juntos desnudos,  intercambiando caricias agotadoras…[26]



                        En esta misma obra novelesca, podemos evocar el caso alucinante de José Arcadio y de Rebecca. Ambas tenían una diferencia de edad notable pero una pasión naciente va a unirles desde su juventud. Cuando Rebecca fue en edad de casarse, escogió a Pietro Crespi viviendo tranquilamente. De regreso de viaje alrededor del mundo, José Arcadio constató el cambio morfológico de su hermana y sobre todo que su pasión seguía ardiendo y que esta connivencia que caracterizaba su lazo estaba aún perceptible. Ambos van a copular sin vergüenza, y de una manera brutal y machista, el hermano mayor va a romper la pareja de su hermana para casarse con ella, desafiando todos los codos represivos de la sociedad.

No sabía que estaba aquí.” Pero apagó la voz para no despertar a nadie. “Ven acá” dijo él. Rebeca obedeció. Se detuvo junto a la hamaca, sudando hielo, sintiendo que se le formaban nudos en las tripas, mientras José Arcadio los tobillos con la yema de los dedos, y luego las pantorrillas y luego los muslos, murmurando: “Ay hermanita; ay hermanita.” Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levanto por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre.[27]



Siempre en la misma novela de Gabriel García Marqués,  José Arcadio forma parte de los personajes que a él le gusta revolcarse sin complejo en la lujuria. Este pescado capital como lo presenta la iglesia es definido por un personaje narrador como el bien gran Pescado, el que mancha las fuentes de la vida.[28]  Después de haber arrancado su hermana a su esposo Pietro Crespi, de casarse religiosamente consiga, va a pasar una increíble noche de boda que va a perturbar a todos los vecinos y que va a dejar un recuerdo indeleble en su mente.



Pendant la nuit de noces, un scorpion qui s’était introduit dans sa pantoufle mordit Rebecca au pied. Elle sentit sa langue s’engourdir mais cela ne les empêcha de passer une lune de miel qui fit scandale. Les voisins étaient terrifiés par les cris qui réveillaient tout le quartier jusqu’à huit fois par nuit, jusqu’à trois fois pendant l’heure de la sieste, et priait qu’une passion si intempestive n’allât troubler le repos des morts.[29]



La lujuria y el incesto van a ser la causa del fin de existencia de Macondo y la desaparición de la familia Buendía. La truculenta historia de esta familia excepcional va a acabarse con las fornicaciones exageradas y los retozos impúdicos de Amaranta Ursula y su sobrino Aureliano Babilonia. Además un narrador se comprometió a exponer este fin tan temido y  a la vez esperado durante largas generaciones, en las palabras siguientes.



Los últimos descendientes de los Buendía se aman con el valor que sus antepasados no conocieron, pero suscitan también el fin. Gabriel García Márquez explica que Cien años de soledad es la historia de una familia que trata de evitar el hijo con la cola de cerdo.[30]



Conclusión

           

Al final de nuestras investigaciones, estamos en derecho de preguntarnos sobre los múltiples casos de incestos que encontramos en todas estas novelas que pertenecen a la nueva narrativa hispanoamericana contemporánea. El hecho de que este acto de sociedad “contra natura” se repite en diferentes novelas de autores de diversas nacionalidades, nos conforta en el carácter universal de este acto recriminado en el mundo entero. Pero no lo escondemos, habíamos  pensado a un momento dado que esa manera de presentar el relato roza la banalización de la problemática del incesto en nuestra sociedad de hoy en día. Jean Paul Sastre en uno de su obra crítica nos dice exactamente:



Mais dès à présent nous pouvons conclure que l’écrivain a choisi de dévoiler le monde et singulièrement l’homme aux autres hommes pour que ceux – ci prennent en face de l’objet ainsi mis à nu leur entière responsabilité. Nul n’est censé ignorer la loi parce qu’il y a un code et que la loi est chose écrite : libre à vous de l’enfreindre, mais vous savez les risques que vous courez. Pareillement la fonction de l’écrivain est de faire en sorte que nul ne s’en puisse dire innocent.[31]





















[1] https : //es.m.wikipedia.org › wiki ›
[2] Arturo Azuela : El tamaño del infierno
                           Editorial Joaquín Mortiz, México, 1975, 418p.
[3] Arturo Azuela: O. C., P.119
[4] Arturo Azuela: O. C., P. 116
[5] Arturo Azuela : O. C. P.25
[6] Arturo Azuela : O. C. P.24-25
[7]Arturo Azuela : O. C. P.46
[8] Arturo Azuela : O. C. P.116
[9] Arturo Azuela : O. C. P.335-336
[10] Gabriel García Márquez: Cien años de soledad 
   Editorial Argos Vergara S.A., Barcelona, 1980, 334p., P.80
[11] François Rabelais:
[12] Gabriel García Márquez : O. C. P. 80-81
[13] Arturo Azuela : O. C. P.414
[14] Gabriel García Márquez : Cien años de soledad
          Editorial Argos Vergara, S. buscar A., Barcelona, 1980, 334 P., P. 235
[15] Juan Rulfo : Pedro Páramo
                         Fondo de Cultura Económica, México,1977, 129 P., P.54-55
[16] Juan Rulfo : O. C. P.9
[17] Milagros Ezquerro : Juan Rulfo
                                   Imprimerie SACCO, Toulouse, France, 254 p.,P.110
[18] Traduction du Dr Louis Segond : La Bible (les sociétés bibliques)
                               Edit. Jongbided C V., LEEUWARDEN, Pays bas, 1968, 1977 P., Chapitre I - IV
[19] Gabriel García Márquez : O. C. P.22
[20] Jorge Campos : Gabriel García Márquez, Narrativa y critica de nuestra América
                                     Ed. P.83
[21] Gabriel García Márquez : O. C. P.335
[22] Gabriel García Márquez : Cent Ans de solitude
                                                        Editions du Seuil, 27 rue Jacob, Paris VIe, 1968, 391p, P.387
[23] Gabriel García Márquez : O. C. P.319
[24] Arturo Azuela : O. C. P. 117
[25] Gabriel García Márquez: O. C. P.
[26] Gabriel García Márquez : O. C. P.118-119
[27] Gabriel García Márquez : O. C. P. 80
[28] Citación del escritor francés, premio Nóbel Romain Rolland, (29 enero de1866 – 30 de diciembre de 1944)
[29] Gabriel García Márquez: O. C. P.93
[30] Julio Ortega : 9 asedios a Gabriel Márquez, Cien años de soledad
                               D’univers editoria, 1969, 181 P., p.83
[31] Jean Paul Sartre : Qu’est ce que la littérature
                                    Gallimard, Saint Armand (Cher), France, 1987, 308P. , P. 29-30

1 commentaire:

williambli92982 a dit…

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